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Vicuña

La lana de Vicuña, también conocida como Vicuña, proviene de un raro camélido sudamericano adaptado a entornos extremadamente fríos. Esta preciada lana, famosa por su suavidad y resistencia, se obtiene de las Vicuñas que viven entre las montañas de los Andes, de las cuales las leyendas cuentan que nacieron de una intervención divina. Se dice que Wiracocha, el creador del universo, tenía la intención de castigar a los humanos, pero un ser inmortal, Auki, lo persuadió para dar una segunda oportunidad. Sin embargo, Auki se enamoró de una mujer humana, olvidando su promesa, y tuvieron hijos. Cuando Wiracocha descendió a la Tierra para castigarlos, quedó impresionado por la belleza de los niños y transformó a la familia en montañas nevadas y criaturas con las características de sus padres. Así nacieron las Vicuñas, libres de vagar por siempre en las estepas andinas.

Orígenes

Actualmente, el ochenta por ciento de la población mundial de Vicuña vive en Perú dentro de grandes reservas naturales protegidas, criadas de manera tradicional por pequeñas comunidades locales. Durante miles de años, antes del descubrimiento de las Américas, la vicuña era objeto de gran veneración, su preciosa lana se utilizaba exclusivamente para vestir a la realeza, "los hijos del sol" de las poblaciones andinos. En el siglo XVI, cuando los españoles llegaron a Tahuantinsuyo, como se llamaba entonces el Imperio Inca, existían tres millones de vicuñas. La falta de previsión de la Corona española llevó a la especie al borde de la extinción, hasta los años sesenta del siglo XX, cuando la población mundial del pequeño camélido se redujo a menos de cinco mil ejemplares. Sólo entonces se puso en marcha un lento proceso de salvaguarda, cuyos objetivos no se alcanzaron hasta finales de siglo. En 1976, la vicuña se incluyó en la lista mundial de especies que necesitan el más alto grado de protección en la Convención Internacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Características

Por su rareza y extraordinaria belleza, la lana de vicuña es apodada “la fibra de los dioses”. Famosa por su calidez, finura y esplendor, debe sus extraordinarias propiedades a las minúsculas escamas que se encuentran en las fibras huecas del pelaje que atrapan el aire, convirtiéndolo en una lana aislante, extremadamente cálida y confortable. La lana de vicuña es más fina que cualquier otra lana del mundo, con un diámetro de 12 micras, es aún más fina que la cachemira, que alcanza las 15 micras, tan sensible al tratamiento químico que generalmente se deja en su color natural, un marrón dorado cálido.

Elaboración

La lana de vicuña es increíblemente rara, el rendimiento de cada animal es muy bajo; un animal adulto proporciona alrededor de cien gramos de fibra cada dos años. Además, la vicuña no ha sido domesticada por el hombre, vive en estado salvaje, su pelaje se extrae de animales capturados en la naturaleza, luego se liberan en el pleno respeto de las técnicas de cría más antiguas.

Las comunidades rurales proceden a la eliminación de los pelos más gruesos que crecen entre el pelaje suave. Las fibras más suaves, puras y finas se lavarán a fondo en agua tibia y se pondrán a secar al aire libre. Todo el proceso es realizado por manos expertas, las técnicas son delicadas, muy antiguas, transmitidas de generación en generación entre las comunidades andinas. La predilección exclusiva por el trabajo manual en todas las fases de producción, además de preservar inalteradas las maravillosas cualidades de la materia prima, también permite mantener intacto el ecosistema y proteger la cultura local. Una vez obtenida la fibra más pura, la elaboración textil de la lana de Vicuña que se realiza en los talleres artesanales de Malo es similar a la creación de una obra de arte.

Lavado y cuidado

Famosa por su calidez, finura y esplendor, la lana de Vicuña debe sus extraordinarias propiedades a las diminutas escamas que se encuentran en las fibras huecas del pelaje que atrapan el aire, convirtiéndola en una lana aislante, extremadamente cálida y confortable.

  • Siempre es preferible lavarse las manos, el agua nunca debe exceder los treinta grados, si está demasiado caliente la camiseta tenderá a encogerse.
  • Después de añadir una cucharada de detergente específico para prendas delicadas, sumerja la prenda del revés en el agua, no la deje en remojo más de diez minutos.
  • Enjuaga tu prenda con agua dulce, teniendo cuidado de no frotarla. Evite escurrirlo, puede perder su forma.
  • Coloca la prenda encima de una toalla limpia sobre una superficie plana, enrolla suavemente los extremos para eliminar el exceso de agua.
  • Coloca la prenda en su forma natural encima de otra toalla o un tendedero. Evite colgarlo, la textura puede distorsionarse.
  • Cuando la prenda esté completamente seca, dóblala y colócala en el armario, los expertos más rigurosos sugieren dejarla reposar al menos veinticuatro horas antes de volver a ponértela.